¡No!, pero votaríamos en contra. No es un contrasentido, es nuestra escala de valores, que nos contaba Sartre, que es bien distinta a la que tiene el Gobierno Municipal de PSOE-IU. Con esos 400 millones los servicios públicos de Getafe, quedarían como los de la capital de todas las capitales. Bien es cierto que, por valores, también nos oponemos a toda clase de obras faraónicas. Obras desproporcionadas, incluso innecesarias, costosísimas, y todas a mayor gloria e inmortalización del político-faraón de turno.
En Getafe tenemos el precedente del soterramiento de la vía. Soterramiento que condicionó la economía municipal durante 5 años, y que a día de hoy no ha dejado de dar problemas. El soterramiento de la vía está bien, pero ¿a este coste económico?, y sobre todo ¿era la obra más prioritaria?.
Cuando leemos las declaraciones de Pedro Castro justificando la reducción del presupuesto de festejos "por la necesidad de invertir el dinero municipal en la creación de empleo". O que Carmen Duque la Concejala de Educación denunciando que "1.249 niños de Getafe se han quedado sin plaza por falta de Escuelas Infantiles o Casas de Niños", o cuando padecemos las miserias y necesidades de los centros de salud, las listas de espera o la falta de plazas en Residencias de Mayores, y vemos que la prioridad del Gobierno Municipal es el soterramiento de la A-42, nos parecen un gobierno de falsos, cínicos e hipócritas. Claro que también les quieren bajar el sueldo a los empleados públicos, mientras siguen colocando a dedo a acólitos y pesebreros. Gente que se vende, gente sin principios, ideología o valores, gente mercenaria que se vende al mejor postor. Barato, compra Castro, obediencia y sumisión, claro que a él no le cuesta dinero, es con el nuestro con el que compra.
Para no cansaros con nuestras galeradas os trascribimos un artículo de José Ignacio Torreblanca, que titula "Hardware y Software", y que explica muy bien nuestro sentir y parecer. Os animamos a leerlo, es muy instructivo.
*** Los países son como los ordenadores: necesitan tanto unas buenas infraestructuras (el hardware) como personas capacitadas para obtener el máximo rendimiento de ellas (el software). Como cualquier usuario de informática sabe, de nada sirve comprar el último ordenador disponible en el mercado si uno no reserva el suficiente dinero para adquirir los programas informáticos que lo harán funcionar. Pues igual que un ordenador sin programas nos es más que una caja tonta, cabe preguntarse si un país que tenga el mayor número de kilómetros de vías de alta velocidad de Europa y, a la vez, más de cuatro millones y medio de parados y un gasto ridículo en innovación y desarrollo, es también una caja tonta.
En el año 2009, España no sólo invirtió en infraestructuras el triple que Alemania (1,79% del PIB frente al 0,69%), sino que, como hemos conocido por boca del propio Ministro de Fomento, esas inversiones se realizaban sin "el análisis de la previsión de la demanda para valorar la viabilidad económica de las obras o el estudio de las necesidades de mantenimiento".
Así que mientras el Gobierno se gastaba una parte de los 17.200 millones anuales de presupuesto para infraestructuras en lindezas como una doble entrada de alta velocidad a Galicia o Cantabria, España seguía sin una red pública de educación infantil (0-3 años), contaba con una red de escuelas de Primaria que en su mayoría datan de los años sesenta, soportaba un fracaso escolar del 30% en la educación Secundaria Obligatoria, disponía de una Formación Profesional víctima de un abandono histórico, no contaba con ninguna de sus 77 universidades entre las primeras 150 del mundo y se conformaba con unos servicios de empleo incapaces de gestionar de forma ágil y flexible el reciclaje formativo de los desempleos para orientarlos a nuevos empleos.
Haría falta un estudio en profundidad para ver cómo y por qué se han asignado las prioridades del gasto en este país, pero el resultado es claro: mucho hardware y poco software (y, por añadidura, poco gasto social).
Cuando en 1986 me matriculé en el último curso de Bachillerato en el instituto público de Hillerod, una pequeña población de unos 30.000 habitantes de Copenhague, mi sorpresa fue mayúscula: en mi instituto danés, además de tener menos de 20 alumnos en clase, se impartían tres idiomas, había piscina cubierta, varios campos de fútbol, aula de teatro y clases de 10 o 12 instrumentos musicales.
Sin embargo, las carreteras danesas eran solo regulares, y sus trenes de cercanías, aunque puntuales, estaban viejos. Cruzar el país era una pesadilla, pues cada pocos kilómetros tenías que meter el coche en un transbordador para cruzar de una isla a otra. Eso sí, la asistencia dental era gratuita para todos los daneses; su sistema de becas, fantástico, y su red pública de residencias de ancianos, sencillamente apabullante.
No he mirado cual era la renta per cápita de Dinamarca en 1986, pero imagino que no sería muy distinta de la de España hoy en día. Los daneses tardaron bastantes años y dudaron mucho a la hora de construir los grandes puentes que los unen hoy con Escandinavia y con el continente, ya que los costes eran enormes y las prioridades educativas y de bienestar estaban claras.
Hoy siguen siendo uno de los países más ricos del mundo, con mejores niveles educativos y con tasas de paro ridículamente bajas, a la vez que una de las sociedades más igualitarias.
Al otro extremo de Europa, en España teníamos unas infraestructuras penosas que era necesario modernizar, pues suponían una de las razones de nuestro histórico atraso. Sin embargo, parece que no supimos o no quisimos parar. La airada reacción del presidente de Cantabria ante el anuncio de la suspensión del proyecto del AVE Palencia-Cantabria, advirtiendo al presidente José Luis Rodríguez Zapatero de que los cántabros no tolerarán "la humillación" (sic) de ir a Madrid en alta velocidad pasando por Bilbao, muestra todavía hasta qué punto a este país se le han subido las infraestructuras a la cabeza en detrimento del gasto social o educativo.
Si España quiere tener algún futuro, debería revisar aún más profundamente sus prioridades de gasto y sus actitudes hacia la educación. De lo contrario, seguirá siendo ese país que un ex ministro de Exteriores alemán describió irónicamente como "un precioso país llenos de autopistas vacías".***
LO QUE FALTA ES HONRADEZ
En Getafe tenemos el precedente del soterramiento de la vía. Soterramiento que condicionó la economía municipal durante 5 años, y que a día de hoy no ha dejado de dar problemas. El soterramiento de la vía está bien, pero ¿a este coste económico?, y sobre todo ¿era la obra más prioritaria?.
Cuando leemos las declaraciones de Pedro Castro justificando la reducción del presupuesto de festejos "por la necesidad de invertir el dinero municipal en la creación de empleo". O que Carmen Duque la Concejala de Educación denunciando que "1.249 niños de Getafe se han quedado sin plaza por falta de Escuelas Infantiles o Casas de Niños", o cuando padecemos las miserias y necesidades de los centros de salud, las listas de espera o la falta de plazas en Residencias de Mayores, y vemos que la prioridad del Gobierno Municipal es el soterramiento de la A-42, nos parecen un gobierno de falsos, cínicos e hipócritas. Claro que también les quieren bajar el sueldo a los empleados públicos, mientras siguen colocando a dedo a acólitos y pesebreros. Gente que se vende, gente sin principios, ideología o valores, gente mercenaria que se vende al mejor postor. Barato, compra Castro, obediencia y sumisión, claro que a él no le cuesta dinero, es con el nuestro con el que compra.
Para no cansaros con nuestras galeradas os trascribimos un artículo de José Ignacio Torreblanca, que titula "Hardware y Software", y que explica muy bien nuestro sentir y parecer. Os animamos a leerlo, es muy instructivo.
*** Los países son como los ordenadores: necesitan tanto unas buenas infraestructuras (el hardware) como personas capacitadas para obtener el máximo rendimiento de ellas (el software). Como cualquier usuario de informática sabe, de nada sirve comprar el último ordenador disponible en el mercado si uno no reserva el suficiente dinero para adquirir los programas informáticos que lo harán funcionar. Pues igual que un ordenador sin programas nos es más que una caja tonta, cabe preguntarse si un país que tenga el mayor número de kilómetros de vías de alta velocidad de Europa y, a la vez, más de cuatro millones y medio de parados y un gasto ridículo en innovación y desarrollo, es también una caja tonta.
En el año 2009, España no sólo invirtió en infraestructuras el triple que Alemania (1,79% del PIB frente al 0,69%), sino que, como hemos conocido por boca del propio Ministro de Fomento, esas inversiones se realizaban sin "el análisis de la previsión de la demanda para valorar la viabilidad económica de las obras o el estudio de las necesidades de mantenimiento".
Así que mientras el Gobierno se gastaba una parte de los 17.200 millones anuales de presupuesto para infraestructuras en lindezas como una doble entrada de alta velocidad a Galicia o Cantabria, España seguía sin una red pública de educación infantil (0-3 años), contaba con una red de escuelas de Primaria que en su mayoría datan de los años sesenta, soportaba un fracaso escolar del 30% en la educación Secundaria Obligatoria, disponía de una Formación Profesional víctima de un abandono histórico, no contaba con ninguna de sus 77 universidades entre las primeras 150 del mundo y se conformaba con unos servicios de empleo incapaces de gestionar de forma ágil y flexible el reciclaje formativo de los desempleos para orientarlos a nuevos empleos.
Haría falta un estudio en profundidad para ver cómo y por qué se han asignado las prioridades del gasto en este país, pero el resultado es claro: mucho hardware y poco software (y, por añadidura, poco gasto social).
Cuando en 1986 me matriculé en el último curso de Bachillerato en el instituto público de Hillerod, una pequeña población de unos 30.000 habitantes de Copenhague, mi sorpresa fue mayúscula: en mi instituto danés, además de tener menos de 20 alumnos en clase, se impartían tres idiomas, había piscina cubierta, varios campos de fútbol, aula de teatro y clases de 10 o 12 instrumentos musicales.
Sin embargo, las carreteras danesas eran solo regulares, y sus trenes de cercanías, aunque puntuales, estaban viejos. Cruzar el país era una pesadilla, pues cada pocos kilómetros tenías que meter el coche en un transbordador para cruzar de una isla a otra. Eso sí, la asistencia dental era gratuita para todos los daneses; su sistema de becas, fantástico, y su red pública de residencias de ancianos, sencillamente apabullante.
No he mirado cual era la renta per cápita de Dinamarca en 1986, pero imagino que no sería muy distinta de la de España hoy en día. Los daneses tardaron bastantes años y dudaron mucho a la hora de construir los grandes puentes que los unen hoy con Escandinavia y con el continente, ya que los costes eran enormes y las prioridades educativas y de bienestar estaban claras.
Hoy siguen siendo uno de los países más ricos del mundo, con mejores niveles educativos y con tasas de paro ridículamente bajas, a la vez que una de las sociedades más igualitarias.
Al otro extremo de Europa, en España teníamos unas infraestructuras penosas que era necesario modernizar, pues suponían una de las razones de nuestro histórico atraso. Sin embargo, parece que no supimos o no quisimos parar. La airada reacción del presidente de Cantabria ante el anuncio de la suspensión del proyecto del AVE Palencia-Cantabria, advirtiendo al presidente José Luis Rodríguez Zapatero de que los cántabros no tolerarán "la humillación" (sic) de ir a Madrid en alta velocidad pasando por Bilbao, muestra todavía hasta qué punto a este país se le han subido las infraestructuras a la cabeza en detrimento del gasto social o educativo.
Si España quiere tener algún futuro, debería revisar aún más profundamente sus prioridades de gasto y sus actitudes hacia la educación. De lo contrario, seguirá siendo ese país que un ex ministro de Exteriores alemán describió irónicamente como "un precioso país llenos de autopistas vacías".***
LO QUE FALTA ES HONRADEZ
Fantástico articulo, solo una pequeña cuestión no creo que el gobierno tenga 400 millones de euros para enterrar la carretera de Pedro Castro, ahora coincido plenamente con vosotros que si se hace es un derroche mas frente a las necesidades reales de los vecinos
ResponderEliminarDemoledor artículo, todavía nno han arreglado lo de las vibraciones y ya están pensando en otra macro-obra para el lucimiento único y exclusivo de nuestro alcalde, y mientras nos faltan plazas para infantíl.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Barbalta. Buen artículo. A mi me da igual que se gaste el Ayuntamiento de Getafe 400 millones de euros o 100 millones. Pienso que Getafe tiene otras carencias y necesidades mucho más importante que el soterramiento de la carretare de Toledo (sin estar en contra). No se que pensaran los vecinos del Sector III cuando le quiten la Avenida de la Libertas y su caballón y le metan una vía de servicio para todo el tráfico rodado para el Sector III, Arrollo Culebro y el nuevo Barrio Buenavista. Posiblemente tengan muchos problemas como los vecinos de la calle Ferrocarril, pero desgraciadamente ya no tendrá solución.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Barbalta y el otro comentario "buen artículo".
Vecino de el Nuevo Bercial. De ese barrio y que acosta de los vecinos el presidente de la Asociación NUBER nos ha dejado con el culo al aires y ha conseguido para el un gran botín.
Repito BUEN ARTICULO
Pregunto a Zaherido, si se va a volver a presentar. Todos queremos saber.
ResponderEliminarAcabo de leer que el soterramiento de la A-42, ha quedado suspendido sine die. ¿También se va suspender el museo de la aviación, la compra de los cuarteles y el pleno empleo en Getafe?.
ResponderEliminarSi se suspenden estos soterrameintos, los vecinos tendríamos que proponer algunos soterramientos. ¿Podríamos empezar por el Pleno Municipal?.
Anónimo no te entiendo, ¿quien se va a presentar?, y una cosa ponte un nik y así de alguna forma podré identificar tus comentarios porque anómimos somos todos por lo menos sabremos a quien y que contestar.
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