Carta de Ada Colau al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy:
"Señor Mariano Rajoy. Señores diputados y diputadas del PP, miembros
del Gobierno de España. Les escribe Ada Colau, pero esta vez no como portavoz de
la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), sino como una ciudadana
cualquiera.
Estos últimos días han sido intensos. La señora delegada del Gobierno
en Madrid, Cristina Cifuentes, y otros miembros del Gobierno y de su partido,
así como algunos medios de comunicación, han lanzado graves acusaciones contra
mi persona. Se han dicho muchas mentiras o medias verdades deformadas: que si
era filoterrorista, que si era simpatizante de no sé qué, que si estaba
condenada en juicios inexistentes, que si era antisistema por acciones pacíficas
varias, que si estaba subvencionada con millones de euros... Es igual. Los
abogados me dicen que debo denunciar, y en algunos casos graves lo haré, pero no
vale la pena perder tiempo respondiendo a la difamación. Sin embargo, se han
acumulado algunos malentendidos de fondo que creo oportuno aclarar. En primer
lugar, ustedes no han entendido el movimiento de la PAH. Dejen que les cuente.
La PAH es un movimiento ciudadano en el que participan miles de personas, la
mayoría afectadas, algunas otras solidarias, todas movilizadas por la defensa
del derecho a la vivienda. Es un movimiento apartidista, muy plural y
transversal, en el que personas muy distintas hemos coincidido movidas por la
indignación frente al abuso de las entidades financieras y la complicidad que
éstas han encontrado tanto en su Gobierno como en el anterior. Por ello les digo
que sus acusaciones de que el PSOE mueve los hilos de la PAH son ridículas y
demuestran un desconocimiento de la realidad preocupante. Deberían venir a
nuestras reuniones y comprobarlo. En ellas encontrarán votantes de todos los
partidos y abstencionistas; clases medias y bajas; inmigrantes y autóctonos;
jóvenes y mayores... Vamos, la ciudadanía en general.
En segundo lugar, la PAH no tiene ni necesita lideresas. Parece que
ustedes se han empecinado en buscar cabecillas a los que poder decapitar, como
forma rápida de acabar con una protesta que a las entidades financieras, y ahora
parece que también a ustedes, les resulta molesta. Yo no soy nadie importante ni
especialmente brillante.
Soy en estos instantes una portavoz, pero como yo hay miles de personas
tanto o más implicadas. Ésa es la fuerza del colectivo: somos un movimiento
profundamente democrático, que apuesta por la descentralización y el
protagonismo de todas y cada una de las personas que en él participan. Ése es
uno de los ingredientes secretos que explican que en los momentos más difíciles
las personas saquen lo mejor de sí mismas. El empoderamiento y la solidaridad
nos hacen imparables.
Y, finalmente, hablemos de los escraches. Les molesta que podamos ir a
protestar frente a su casa. Lo entiendo. A mí tampoco me gustaría. Pero si
alguna vez hubieran acudido a un desahucio, entenderían que se trata de algo
infinitamente más molesto. Hay miles de personas en una situación límite, en la
calle y con deudas, en paro, sin tener qué comer... Y todo ello a pesar de que
viven rodeadas de abundancia. Miles de familias viven en la calle en el país de
Europa que más viviendas vacías acumula.
Pasan hambre en un Estado que permite que cada día se tiren toneladas
de alimentos en buenas condiciones. Y ustedes gobiernan ese país, por lo que no
debería sorprenderles que esas familias llamen a su puerta después de haber
intentado en vano llamar su atención.
Este movimiento, absolutamente ejemplar, ha agotado todas las vías que
la insuficiente democracia española ofrecía: durante más de cuatro años hemos
intentado negociar con las entidades financieras, hemos hablado con los partidos
políticos, con servicios sociales, ayuntamientos... Hemos puesto recursos en los
juzgados y hemos recogido como hormiguitas casi un millón y medio de firmas.
Pero nada, el Partido Popu- lar no se ha movido ni un milímetro y anuncia que
rechazará las medidas de la Iniciativa Legislativa Popular.
Qué casualidad. Justo en el momento en que la PAH cuenta con más apoyo
social (entre el 80 por ciento y el 90 por ciento, según todas las encuestas).
Cuando ya se han entre-gado el millón y medio de firmas de la ILP. Cuando la
presión social les ha obligado a admitir a trámite esa ILP que no pensaban ni
debatir. Cuando llega una sentencia europea que da la razón a las personas
afectadas y dice que las miles de ejecuciones hipotecarias y desahucios que se
han producido los últimos años en España son ilegales. Justo en este momento,
cuando parecería que ya nada más puede retrasar la necesa-ria reforma
legislativa, ustedes nos salen con una campaña de criminalización como única
respuesta. En lugar de escuchar el clamor popular, intentan generar confusión
llegando a comparar nuestras acciones pacíficas con el terrorismo de ETA o la
Alemania nazi. Hay que ser mala gente para decir algo
así.
Recuerden que en este tema de los desahucios de momento los únicos
domicilios violados y los únicos muertos los ha puesto la población. No sus
señorías, que hasta la fecha se han limitado a mirar desde lejos, y desde la
comodidad, un drama que podrían haber evitado si hubieran actuado donde les
compete, en el Congreso. Por supuesto que la ciudadanía no es tonta y en seguida
ha visto que en toda esta campaña de difamación no se buscaba más que hacer
ruido para desviar la atención. De modo que no les va a funcionar. La realidad
es tozuda y miles de personas estafadas y desahuciadas no van a desaparecer por
mucho que su Gobierno las ignore.
Dejen que termine usando el paralelismo con la Alemania nazi al que
ustedes recurren con tanta ligereza. Si bien la gravedad no es comparable, en
ambos casos estamos hablando de situaciones de vulneraciones sistemáticas de
derechos humanos. En España, afortunadamente, no estamos frente a campos de
concentración, deportaciones ni asesinatos masivos. Pero sí tenemos violentos
desalojos y miles de personas empobrecidas que ven comprometidas sus necesidades
básicas, y condenadas de por vida a la exclusión social y la economía sumergida.
Y todo para mantener los privilegios y los beneficios astronómicos de las élites
financieras.
Décadas después del nazismo, la sociedad alemana aún no se ha perdonado
a sí misma el no haber sabido reaccionar a tiempo para evitar la barbarie. Pues
bien, en España miles de ciudadanas y ciudadanos hemos decidido que en el futuro
queremos poder mirarnos al espejo. Una democracia que permite la vulneración
sistemática de derechos humanos, e incluso la promueve, no es democracia, por
mucho que se vote cada cuatro años. Democracia será cuando el interés general se
anteponga a los dictados de los mercados. Cuando nada sea más importante que la
vida y la dignidad de las personas.
Señor presidente, nunca es tarde para rectificar. No teman los
escraches, no teman a la población. Bajen a la calle y hablen con la gente.
Hagan justicia y detengan los desahucios. Hay vidas en juego que no pueden
esperar más.
Barcelona, 8 de abril
de 2013
No seré yo quien defienda ningún tipo de violencia, ninguna. Pero circunstancias concretas obligan a optar por el mal menor, la violencia menor. Hay muchas formas de violencia, pero la peor sin duda es la ejercida por el propio Estado. Ésta pervierte definitivamente todo el sistema. Además resulta ruin: el individuo está tan indefenso... Abrazos
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